esencia

Dicen que el camino más largo es hacia el interior: dura toda la vida. Y que solamente podemos cambiar el mundo si cambiamos por dentro. En realidad, creemos que nos transformamos y lo que hacemos es encontrarnos con nuestra propia esencia. Porque la única tarea del ser humano es SER humano y el propósito de la vida consiste en VIVIR: te invito a ser TÚ, tu ser auténtico.

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lunes, 18 de octubre de 2010

En busca de la salud


¿Hay algo más... allá? 

Mi camino hacia la salud empezó gracias a un problema de mandíbula. En aquel momento, ni el que era entonces mi médico de cabecera (ahora llamado médico de familia) sabía lo que era el Bruxismo. La pista se la di yo. La encontré en un artículo titulado “Crujir y rechinar de dientes” que se publicó en la revista semanal Salud de ABC el 23 septiembre de 2000. Yo no sabía que apretaba los dientes por la noche; solamente era consciente de que me levantaba cada mañana con la mandíbula encajada. Hasta que no pude tomar ni una tostada.

Mis síntomas encajaban con lo que se describía en el artículo: contractura muscular, dolor de oído y de cabeza… Fui al dentista. Le expliqué que había leído algo acerca de las enfermedades psicosomáticas; él no entendía que el estrés tuviera nada que ver con la boca. Consulté a una psicóloga: efectivamente, yo padecía ansiedad; pero ella no podía ayudarme con los problemas de mandíbula.

Acudí a varios profesionales que fabricaban férulas de descarga, un aparato con el que debería dormir para evitar el desgaste de los dientes. Primero me hicieron una férula blanda; el siguiente especialista me aseguró que ese tipo de aparatos estaba contraindicado para el bruxismo y me construyó una rígida. También me aconsejaron que me hiciera una ortodoncia, ya que la mala oclusión de las arcadas dentales contribuía a empeorar mi problema. Yo insistía: si el problema de fondo es la ansiedad, ¿no sería lo más lógico enseñarme a evitarla? La respuesta más coherente que obtuve fue: "tienes que relajarte".

En aquel artículo sobre bruxismo y trastornos del sueño se afirmaba que no existía "ninguna terapia curativa para la contracción involuntaria de las mandíbulas, sino solamente tratamientos sintomáticos". Buscando en internet encontré que un conocido centro del norte de España trataba esta dolencia. Llamé para consultar; mi presupuesto no me permitía viajar y menos tratarme allí. La alternativa que me propusieron los especialistas fue tomar relajantes musculares… DURANTE EL RESTO DE MI VIDA. Además, tenía que mentalizarme de que en algún momento tendría que dejar de comer. Existía una complicada operación de mandíbula que podrían realizarme cuando fuera mayor y que tenía muchas probabilidades de salir… mal.

Con todo esto, ante la perspectiva de tomar pastillas durante toda mi vida, dejar de comer y operarme de la boca siendo ya ancianita, algo en mi interior me dijo que tenía que haber algo más... ALLÁ. 

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